jueves, 12 de abril de 2012

Lo que destruyó Fidel




Recuerdo que en sus  rebuznos en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el entonces presidente norteamericano W. Bush, calificó a Fidel Castro de cruel tirano. En su demencia e impotencia, el gendarme yanqui hacía añicos cuanta norma jurídica, ética, moral y de derecho existe en el mundo, empleando su arma preferida: la mentira. Ha sido una constante, desde el mismo triunfo de la Revolución cubana, que los representantes del imperio norteamericano califiquen a Fidel como un destructor. Y sacando cuentas, pienso que las cosas destruidas por el máximo dirigente cubano- en beneficio siempre del pueblo cubano y de la humanidad- son las que más duelen a los prepotentes del Norte revuelto y brutal que nos desprecia, como lo sentenció José Martí.

Fidel destruyó en Cuba el mito de que el pueblo podía luchar junto al ejército o sin el ejército, pero nunca contra el ejército, en nuestro caso asesorado y apoyado por el gobierno norteamericano. Fidel luchó contra el ejército tiránico y lo destruyó, sustituyéndolo por otro donde el ejército es el pueblo y el pueblo es el ejército.

Fidel destruyó el mito de que una nación pequeña no podía luchar frente a una gran potencia como los Estados Unidos. En Cuba, Fidel destruyó el analfabetismo, el desempleo, la discriminación racial. Destruyó el latifundismo, la explotación de los obreros y de los campesinos. Pulverizó el dominio norteamericano sobre Cuba y nuestra condición de neocolonia yanqui.

Fidel destruyó la miseria en nuestros campos y ciudades, los desalojos y desahucios que lanzaban a las calles y caminos reales a centenares de familias desposeídas. El propio concepto de desposeído y de paria en su propia tierra, fue erradicado.

Fidel destruyó la mentira de la democracia burguesa que durante tantos años engañó al pueblo cubano. E instauró un sistema donde el gobierno es el pueblo y el pueblo es el gobierno. Destruyó el poder de los ricos sobre los pobres y cercenó los humillantes grilletes de la esclavitud.
Fidel erradicó un sistema de salud en el cual el paciente era un cliente y la medicina una mercancía vetada para la mayoría de la población.

Fidel borró las bochornosas marcas de la incultura, del subdesarrollo en el deporte y en las ciencias, cuyos adelantos asombran hoy al mundo.

Fidel, en Playa Girón, destrozó la creencia de la invencibilidad militar del imperialismo en América.
Fidel ha sido un permanente destructor de las mentiras yanquis. Y allá, en las preteridas tierras africanas, destruyó los intentos imperiales de apoderarse de la República Popular de Angola y contribuyó a romper las oprobiosas cadenas del colonialismo y del apartheid en otros pueblos.

Fidel ha roto y está rompiendo la oscuridad que negaba y niega la luz a las pupilas de centenares de miles de hermanos latinoamericanos pobres. Y ha cerrado las puertas al luto en miles de hogares acosados en el mundo por la miseria y los desastres naturales. Ha roto también para millones de personas en distintos continentes, las barreras del analfabetismo.

Fidel rompió todos los pronósticos de quienes en los primeros años aseguraban que la Revolución no podría sostenerse en el poder y de quienes, al desmoronarse la Unión Soviética y el Campo Socialista, fijaron un breve plazo a la existencia de Cuba como nación socialista.

En la persona de Fidel se ha roto un record, pienso que imposible de igualar, de más de 600 intentos de asesinato promovidos, organizados o apoyados por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, en asqueroso maridaje con la mafia contrarrevolucionaria de Miami.

Son tantas las cosas que en aras del bien y la felicidad de los cubanos y de la humanidad ha destruido Fidel, que, de conocerlas todas, se haría más inmenso el cariño y la admiración que hacia él profesan millones de personas en disímiles latitudes del Universo.

Es comprensible que los gobernantes norteamericanos  revolviéndose en su propio lodo, utilicen  engañosos calificativos sobre la figura de Fidel. Esas mentiras, como lo está demostrando la realidad, chocan cada vez más contra la verdad y contra la conciencia de los pueblos, acerca de quiénes defienden sus derechos y quiénes hacen lo indecible para arrebatárselos y pisoteárselos.

Pienso – y creo que otros muchos compartirán el deseo- que ojalà contara el mundo
 con muchos gobernantes dispuestos a destruir injusticias como las tantas destruidas por Fidel. Para ello, sería indispensable una condición lograda en Cuba: Fidel, pueblo, Revolución, Partido Comunista, socialismo y gobierno, son un haz indestructible que, como lo preconizó José Martì, existe con todos y para el bien de todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario