.Orlando Guevara Núñez
Calificar a una mujer como mentirosa es poco elegante, aunque sus afirmaciones no dejen lugar a dudas sobre la fea manía de decir las cosas totalmente distintas a lo que son.
Por eso me permito referirme a la congresista norteamericana –republicana- Ileana Ross-Lehtinen, sustituyendo esa palabra por otras que, aunque significan lo mismo, son menos molestas al oído. Así, no diré que Ileana es mentirosa, sino que siente una verdadera afición por “faltar a la verdad”.
Algunos ejemplos retratan a este personaje, conocido en sus propios medios como La Bruja del Capitolio, y en Cuba como La Loba Feroz, desde sus frustradas maniobras para no permitir el regreso del niño Elián González a nuestro país.
En fecha reciente, la “ilustre dama” afirmó en Miami –¿dónde si no?, al decir de un popular programa televisivo cubano- que Estados Unidos es un país pacífico que quiere respetar las leyes de los países para promover la democracia y los derechos humanos”. Hay que poseer una alta dosis de caballerosidad para cambiar la palabra mentirosa y solo decir que Ileana “faltó a la verdad”.
Llamarle pacífico al país más agresor y criminal que sufre hoy la humanidad, y calificar de democracia y derechos humanos las guerras genocidas contra los pueblos para arrebatarles sus recursos naturales, es, sencillamente, además de un brutal engaño, una ofensa a todas las personas honestas del mundo, sea cual fuere su ideología política, credo religioso o cualquier otra forma de pensar.
“A Hugo Chávez – dijo- no le importa el bienestar de los venezolanos, sólo le importa estar en el poder”. Taimada forma de expresar la política yanqui de hacer todo lo posible por eliminar la revolución bolivariana y devolver el poder a quienes antes devoraban las riquezas de ese pueblo. ¿Sabrá ella que la mayoría de los venezolanos no apoyan sus palabras, sino a Chávez?
Para la flamante congresista estadounidense, Cuba y Venezuela no son lugares pro-democracia, pro-libertad, ni pro-derechos humanos. ¿Demencia senil o forma deliberada de “faltar a la verdad?.
¿Pensará la Loba que los pueblos de Venezuela y Cuba somos corderos fáciles de devorar por las armas o las mentiras? ¿Se creerá ella misma las cosas tan garrafales que dice? ¿Seguirá cercenando su credibilidad con esa forma tan descarnada, continuada y desgastada de “faltar a la verdad”? ¿No se ha percatado aún de que los pueblos de Bolívar y Martí, de Chávez y Fidel, no le temen ni a los aullidos de lobas ni a las amenazas de brujas?
Y una última interrogante: agotará la Bruja del Capitolio la paciencia de quienes, por caballerosidad buscan otras palabras para no decirle mentirosa?
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