viernes, 24 de febrero de 2012

El acceso al empleo Un derecho humano que decrece en el mundo



:Orlando Guevara Núñez

Uno de los derechos humanos imprescindibles para la vida es el acceso al empleo. Sin embargo, en los últimos tres años ese derecho ha decrecido en el mundo, con el pronóstico de que el 2012 se sume a esa tendencia.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) afirma que la cifra actual de desempleados, unos 205 millones, es la cifra más alta de la historia. Un dato hace más desolador ese mal, la existencia de 1 300 millones de personas con empleo temporal, es decir, que trabajan sólo una parte del año.
Entre quienes no poseen empleo –precisa también la OIT- se cuentan más de 77 millones de jóvenes entre los 15 y 24 años de edad.
Un fenómeno que debiera avergonzar a las potencias capitalistas que se auto proclaman campeones de los derechos humanos, es que la mayor cifra de personas que pierden los empleos, está en sus economías.
Se afirma que los países industrializados aportan más de la mitad de los nuevos desempleados del mundo, aún cuando tienen sólo el 15 % de la fuerza laboral total.
En los Estados Unidos, por ejemplo, la tasa de desempleo ha llegado al 9 %, con unos 14 millones de personas sin trabajo, concepto que abarca a quienes poseen la edad, la aptitud, y procuran emplearse.
En los 27 países que integran la Unión Europea, la tasa de desempleo ha alcanzado niveles no sospechados años atrás, y la cifra de quienes quieren y no pueden obtener un empleo sobrepasa los 23 millones de personas. Casos hay, como España, donde la tasa es mayor de 22 % y los desempleados más de cinco millones.
En todos estos países, el problema se agrava por el alza de los precios de los alimentos, la falta de acceso a la salud, a la educación y otros servicios sociales, los primeros golpeados por las medidas de los poderosos para enfrentar la crisis económica global. Los millonarios se ocupan de salvar a los millonarios, mientras las grandes masas engordan las cifras de los desposeídos.
Esos son los “derechos humanos” que el imperio norteamericano y otros cómplices de la Unión Europea quieren para Cuba, desconociendo el derecho de nuestro pueblo a no regresar a un pasado donde ese mal se ensañó con los cubanos.
Cuando la Revolución llegó al poder, más de 600 000 cubanos estaban sin trabajo y, sumados los de empleo cíclico, la cifra llegaba a un millón. La Revolución desde los primeros años, erradicó ese mal. Aún hoy, pese a la influencia de la crisis  mundial sobre nuestra economía y el recrudecimiento del bloqueo al país, Cuba no ha aplicado las llamadas políticas de choque que recaen sobre los sectores más vulnerables en los países capitalistas.
El pasado año, por ejemplo, como consecuencia del perfeccionamiento del modelo económico cubano, el empleo en el sector estatal decreció, pero el incremento en el no estatal, con el respaldo del Estado, compensó la ocupación laboral. Y una diferencia sustancial con lo que sucede en los países capitalistas: en nuestro país, ningún individuo, ninguna familia, son abandonados a su suerte, pues quienes la necesiten reciben el respaldo necesario a través de la Seguridad Social o subsidios personales.
Siguen recibiendo estas personas, además, los beneficios gratis de la salud, la educación y el subsidio en los productos básicos de la alimentación que de forma normada llegan a toda la población.
Esos derechos humanos, respetados y respaldados en Cuba, son los que se deterioran con paso acelerado en el mundo, haciendo estragos en las mismas entrañas de quienes, en nombre de ese concepto, agraden a otros pueblos, con la sabida consecuencia de seguir sumando millones de personas a los humanos sin derechos.

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