lunes, 19 de diciembre de 2011

Los cubanos hemos peleado como hombres y algunas veces como gigantes para ser libres



.Orlando Guevara Núñez


Los gobiernos de los Estados Unidos, desde fechas bien lejanas al triunfo revolucionario del 1ro. de enero de 1959, han ideado los métodos más engañosos y  brutales para materializar el sueño de apoderarse de Cuba. Primero, tratando de arrebatársela a España como posesión colonial y anexarla a su territorio; después, para derrocar a la Revolución y regresar el sistema capitalista a Cuba, subordinándola de nuevo a sus dictámenes.
Muchos ejemplos están a la mano sobre esa voracidad imperial y sus sueños frustrados de posesionarse de este país por diversas vías. Partiremos, sin embargo, desde los inicios de la Guerra de Independencia iniciada el 10 de octubre de 1868, bajo la jefatura de Carlos Manuel de Céspedes.
La negativa norteamericana a reconocer la beligerancia cubana y nuestro derecho a la independencia, hizo que el máximo jefe de los insurrectos expresara: “Por lo que respecta a los Estados Unidos, tal vez esté equivocado, pero en mi concepto su gobierno a lo que aspira es a apoderarse de Cuba sin complicaciones peligrosas para su nación”. Y no estaba equivocado Carlos Manuel de Céspedes.
El desprecio de los gobiernos imperiales norteamericanos hacia el pueblo cubano, y sus aspiraciones anexionistas, fue reflejado en un periódico de Filadelfia, el 16 de marzo de 1889, calificando a los cubanos como “indeseables, afeminados, perezosos, incapaces, inmorales, que su falta de fuerza viril e indolencia fue lo que les mantuvo sometidos durante tantos años a España (…) la única esperanza que pudiéramos tener de habilitar a Cuba para la dignidad de Estado, sería americanizarla por completo, cubriéndola con gente de nuestra propia raza”.
Nuestro Héroe Nacional, José Martí, al replicar con energía esa ofensa señaló que “Hemos sufrido impacientes bajo la tiranía, hemos peleado como hombres y algunas veces como gigantes, para ser libres; (…) Merecemos, en la hora del infortunio, el respeto de quienes no nos ayudaron”.
El propio Martí, en el mismo año 1889, escribiría a su amigo Gonzalo de Quesada: “Sobre nuestra tierra, Gonzalo, hay otro plan más tenebroso que lo que hasta ahora conocemos y es el inicuo de forzar a la Isla, de precipitarla a la guerra para tener pretexto  de intervenir en ella, y con el crédito de moderador y de garantizador, quedarse con ella. Cosa más cobarde no hay en los anales de los pueblos libres: ni maldad más fría”. ¿Morir para dar pie en que levantarse a estas gentes que nos empujan a la muerte para su beneficio?”
Este análisis martiano demuestra la convicción de que los Estados Unidos estaban dispuestos a cualquier método criminal para apoderarse de Cuba.
Como se conoce, en abril de 1898 fue aprobada en Estados Unidos la nombrada Resolución Conjunta, que declaraba la guerra a España, no para ayudar a los rebeldes cubanos, sino para apropiarse de Cuba.
Si alguien dudase de las entrañas criminales de los gobernantes norteamericanos en ese entonces, bastaría que leyera el contenido de las instrucciones dadas a las tropas por el Secretario de Guerra, J.C. Breckenridge en tal ocasión:
“Habrá que destruir todo cuanto alcancen nuestros cañones, con el hierro y con el fuego; habrá que extremar el bloqueo para que el hambre y la peste, su constante compañera, diezmen su población pacífica, y mermen su ejército; y el ejército aliado habrá de emplearse constantemente en exploraciones y vanguardias, para que sufran indeclinablemente el peso de la guerra entre dos fuegos, y a ella se encomendarían precisamente todas las empresas más peligrosas y desesperadas (…) Resumiendo, nuestra política se concreta en apoyar siempre al más débil contra el más fuerte, hasta la completa exterminación de ambos, para lograr anexarnos la Perla de las Antillas”.
El resto de la historia se conoce: la intervención militar, la ocupación de Cuba, la Enmienda Platt. O lo que es lo mismo: el tránsito de Cuba, de colonia de España, a neocolonia de los Estados Unidos.
Hasta que el 1ro. de enero de 1959, triunfó la Revolución cubana. Y desde entonces hasta hoy, los métodos criminales de los gobiernos norteamericanos, en su esencia, son los mismos para apoderarse de nuestro país.
Un documento ya desclasificado desde 1991 por el gobierno norteamericano, reflejó la naturaleza criminal de la administración yanqui en relación con el pueblo cubano: “El único medio previsible para enajenar el apoyo interno es a través del desencanto y el desaliento, basados en la insatisfacción y las dificultades económicas (…)  Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba (…) Una línea de acción que tuviera el mayor impacto es negarle dinero y suministro a Cuba, para disminuir los salarios reales y monetarios a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
En mayo de 1964, el gobierno de los Estados Unidos decretó la anulación completa de los embarques de alimentos, medicinas y equipos médicos desde su territorio hacia Cuba. Con eso oficializaba una medida que hacia rato estaba puesta en práctica.
La larga lista de monstruosidades de los gobiernos norteamericanos contra el pueblo de Cuba, incluye proyectos asesinos, como los de volar un avión en pleno vuelo, con estudiantes u otros grupos – desde Estados Unidos hacia un país latinoamericano- con el objetivo de  atribuir a Cuba el sabotaje. Volar un barco, con igual propósito. Destruir embarcaciones con emigrantes cubanos hacia ese país, para hacer creer a la opinión pública que había sido un acto vandálico del gobierno cubano. Incluso, demostrando su desprecio a los propios emigrantes, se propusieron  hacer atentados, en su territorio, a esas personas para lanzar campañas difamatorias contra el gobierno revolucionario.
No menos criminal ha sido la introducción de enfermedades como el dengue hemorrágico y  de plagas contra cultivos  de importancia como el café, el tabaco, la caña, cultivos de viandas y vegetales, así como también la fiebre porcina.
Cuba, sin embargo, ha resistido todos los embates de esa sucia guerra. Y continúa  resistiendo las agresiones, las amenazas y las campañas difamatorias de un gobierno que no ha renunciado a destruirnos por cualquier vía, por criminal que sea.
En esta lucha los cubanos, tal como lo afirmara José Martí sobre los mambises, hemos luchado como hombres y algunas veces como gigantes. Ese ha sido y sigue siendo el precio de no dejar de ser lo que somos y queremos ser: un pueblo patriota, revolucionario, socialista, internacionalista, fidelista y antiimperialista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario