El Gigante del Central Delicias era conocido como Pirolo por sus amigos. Obtuvo todos los títulos de la Asociación Internacional de Boxeo Aficionado (AIBA), siendo Tricampeón olímpico y mundial; ganó 301 de los 321 combates celebrados a lo largo de 20 años en el ring.
Al retirarse en 1988 pasó a trabajar en la Federación cubana de boxeo y en la Comisión Nacional de Atención a Atletas Retirados y en Activo, del INDER.
Nacido en Puerto Padre, Las Tunas el 29 de marzo de 1952 en el seno de una familia humilde, radicada en las cercanías del Central Delicias (hoy Antonio Guiteras), del municipio de Puerto Padre, en la entonces Provincia de Oriente; fue el primogénito del matrimonio formado por el inmigrante Teófilo Stevenson Pearson, oriundo de la isla antillana de San Vicente y la cubana Dolores Lawrence.
John Herrera, quien era amigo del viejo Stevenson, fue el primer entrenador del futuro gran campeón, quien le enseñó su estilo, el mismo que lo llevó, en sus años mozos, a ganar los títulos de campeón nacional en las divisiones semicompleta y completa en el boxeo profesional cubano allá por 1930 del siglo XX.
El primer combate ocurrió a los 14 años, en 1966. Peleó en la división de 71 kilogramos, en un cartel efectuado en un ring ubicado junto a las gradas del Estadio de béisbol Julio Antonio Mella, en Las Tunas, actual capital provincial. El inexperto muchachón perdió por puntos ante Luis Enríquez, un peleador que ya había celebrado cerca de 20 combates.
Tras positivas experiencias en lides de las categorías menores, ganó el título nacional juvenil en 1968 y un año después, perdió cerrada decisión en la pelea por la corona de los pesos completos ante Gabriel García, de Pinar del Río; en el máximo evento de este deporte en Cuba, el Torneo Playa Girón.
Andrei Chervonenko, entrenador de la Unión Soviética, que en ese entonces trabajaba con la preselección cubana de boxeo, se percató de las excepcionales condiciones del jovencito color ébano y propuso incorporarlo al grupo elite que se preparaba para los principales compromisos internacionales. En 1970 comenzó el largo reinado nacional de Stevenson y un año después, en los Juegos Panamericanos de Cali, Colombia; ganó la medalla de bronce, al caer por decisión dividida 3-2, ante el norteamericano Duane Bobick, conocido por la Esperanza Blanca.
El desquite fue histórico, porque 12 meses después, en los Juegos Olímpicos de Munich, Alemania, Teófilo se inscribió con letras de oro en el boxeo amateur mundial, cuando virtualmente destrozó al gigantón norteño y se erigió monarca absoluto de los pesos completos.
La brillante trayectoria de este boxeador lo llevó a obtener todos los títulos de la Asociación Internacional de Boxeo Aficionado (AIBA), con tres coronas olímpicas Munich 1972 Montreal 1976 y Moscú 1980 e igual número en Mundiales La Habana 1974, Belgrado 1978 y Reno, 1986. Pero la fama no lo envaneció y siempre asumió una posición caballerosa frente a cualquier rival, desde el menos connotado hasta el de mayor rango.
En los 20 años en el ring, 14 de ellos como estrella indiscutida, enfrentó a muchos púgiles de calidad, pero el que le resultó el más difícil de todos, fue el soviético Igor Visotski, quien lo derrotó en dos ocasiones, sin que tuviera oportunidad de conseguir el desquite. Un episodio interesante en la vida de Teófilo Stevenson fue cuando en la década del 80 del siglo pasado, hubo la intención, por parte de los dirigentes del boxeo profesional de Estados Unidos, de concertar una pelea frente al reconocido campeón mundial rentado de los pesos completos, Muhammad Alí.
Aquel posible enfrentamiento definiría, según los encargado de organizarlo, quién era el mejor pugilista del mundo en la máxima división. Por supuesto, el principal objetivo era obtener una gran suma de dinero que sería el saldo de lo que hubiera sido, sin lugar a dudas, la pelea del siglo. Las condiciones de aquel combate nunca llegaron a concretarse, porque debía efectuarse bajo las reglas del boxeo amateur.
Los mercaderes se quedaron con las ganas de adjudicarse una buena bolsa y los dos extraordinarios pugilistas, quienes son grandes amigos, no midieron jamás sus fuerzas sobre el ring, mas son igualmente admirados en todo el planeta, no solo por su grandeza en el deporte, sino por su enorme calidad humana.
Después de la formidable victoria en el mundial de Reno, Estados Unidos, en 1986, el gran campeón decide retirarse y en julio de 1988 durante el torneo internacional de boxeo Giraldo Córdova Cardín y de la inauguración de la Sala polivalente Leonardo McKenzie Grant en Las Tunas se le da la despedida.
El acto fue el colofón de un triunfal recorrido por las principales arterias de la ciudad, precedió al cartel final del histórico evento. Se retiraba el extraordinario boxeador que ganó 301 de los 321 combates celebrados a lo largo de 20 años en el ring.
La grandeza de Teófilo Stevenson Lawrence no puede medirse solo por las glorias deportivas; él es paradigma de hombre de estos tiempo, representativo de un pueblo que hizo la Revolución y construye el socialismo; un ejemplo a imitar por los jóvenes atletas de cualquier parte del mundo.
Las palabras certeras del Comandante en jefe Fidel Castro resumieron la trayectoria de este atleta de pueblo, cuando expresó:
“Teófilo Stevenson merece el reconocimiento del pueblo cubano por su éxito deportivo derivado de su disciplina, de su consagración al deporte, de su valor, de su moral (…) Creemos que él dejó un ejemplo todavía más valioso que eso y es el instante en que le hablaron de la posibilidad de ganarse un millón de dólares. Ese joven, hijo de humilde familia y un humilde obrero oriental, dijo que él no cambiaba su pueblo por todos los dólares del mundo.” (Cubadebate)
No hay comentarios:
Publicar un comentario