jueves, 24 de noviembre de 2011

Santiago de Cuba: Los héroes son sus hijos



.Orlando Guevara Núñez

El  Primero de Enero de 1984, el Comandante en Jefe Fidel Castro, a propuesta suya y por acuerdo del Consejo de Estado, entregó a Santiago de Cuba el Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba y la Orden Antonio Maceo.
Fue un reconocimiento a la historia forjada por el pueblo santiaguero. La ciudad es heroica porque heroico han sido sus hijos en las distintas etapas de lucha. Las casas, las calles, los parques, las instalaciones públicas que hoy identifican y simbolizan a esta ciudad, ganaron ese sitial por el patriotismo de sus habitantes,  por sus valores culturales, por ser escenarios de lucha de sus hombres y mujeres.
La ciudad con más de 1 700 edificaciones surgidas durante la etapa colonial, su mezcla con el eclecticismo, el modernismo y el racionalismo en las construcciones, es poseedora de un valor urbanístico, arquitectónico, ambiental y monumental que hizo acreedor a su centro histórico, desde l978, de la distinción como Monumento Nacional.
 Primera capital cubana creada por el colonialismo español.  Escenario de ataques piratas, de corsarios y filibusteros que desde su mismo nacimiento le fueron imponiendo a su población el deber de defenderse.
Sangre africana, europea y asiática en mágica mezcla con la nativa. Gente que anhelaba tierra propia para sembrar y cultivar sus esperanzas de libertad y soberanía, sin imposiciones de amos venidos de otras partes. El crisol de su nacionalidad, agredido por la brutalidad de la esclavitud y el vasallaje, germinó abonado por sudor y sangre de incontables generaciones.
Hombres y mujeres que fueron inoculando en sus venas y en su carácter el odio hacia los crímenes y el despotismo español. Rebeldía forjada ante salvajes matanzas, como las de marzo y agosto de 1869, febrero de 1870 y el fusilamiento en agosto de ese mismo año del patriota y autor del Himno Nacional cubano, Perucho Figueredo.
Terreno ya abonado para recibir la simiente del 10 de octubre de 1868. Antonio Maceo, José Maceo, Donato Mármol, Pío Rosado, Guillermón Moncada, Flor Crombet, Quintín Bandera y centenares de jóvenes santiagueros que ya conspiraban contra España, acuden al llamado independentista. Santiago de Cuba, los hijos de esta ciudad, comenzaban así una lucha que sería coronada casi un siglo después.                                                                                                                 
En 1879 muchos patriotas de esta ciudad respondieron al brote de la llamada Guerra Chiquita  sumándose a una contienda que no fructificaría, pero mantendría latente el espíritu de lucha.
El 24 de febrero de 1895, habían echado raíces más fuertes  el patriotismo y la decisión de lucha. Los clarines de Baire movilizaron  a quienes habían luchado en las campañas anteriores y a otros muchos santiagueros, símbolos de la continuidad histórica.
Así, Santiago de Cuba se reafirmaba como un firme pilar de la lucha por la independencia cubana. Todas esas contiendas fueron cimentando la rebeldía de los santiagueros.
Y hasta la propia Naturaleza  parece haberse convertido en cómplice para la forja de ese carácter, imponiendo a los habitantes de esta ciudad los rigores del sol abrasador, del perenne y sofocador calor, de los temblores de tierra, de las calles estrechas y con pendientes, de las escalinatas, de un anillo montañoso que detiene los vientos, interrumpido  sólo por la larga y estrecha bahía que no renuncia a besar perennemente los pies de la ciudad.
Pero la capital santiaguera, con sus adversidades geográficas y  afrentas políticas  y sociales de otros tiempos, ha sido compensada con singulares valores transmitidos a su gente. Aquí nació y vivió Esteban Salas, considerado el padre de la música cubana. Las calles, ventanas, balcones y parques -mezclas de reposo y turbulencia- supieron de las notas alegres o tristes de Pepe Sánchez, creador del primer bolero; de Sindo Garay, de Miguel Matamoros, de Ñico Saquito, Compay Segundo y una pléyade de inmortales trovadores. Aquí está la casa natal de José María Heredia, nuestro primer poeta romántico.
Las excelsas figuras de Diego Vicente Tejera, primer socialista cubano, Juan Bautista Sagarra, educador,  el patriota Emilio Bacardí y otras muchas, han sido paradigmas  de hombres y de cubanía. Se dice Trocha y se ha dicho Carnaval. Se habla de puertas abiertas a las guitarras y a los combatientes y se está hablando de Santiago de Cuba. Se dice solidaridad y el primer sinónimo es: santiaguero, brindando su mano, su ayuda, su casa y su mesa al amigo o simplemente a un conocido que venga en son de paz y amistad.
 Hasta parece como si la historia, en gesto agradecido, hubiese reservado para esta ciudad el escenario de hechos trascendentes para toda la nación cubana y más allá de sus fronteras.
Aquí recibió el golpe mortal el colonialismo español, en 1898. Y aquí sufrió su derrota final la sangrienta tiranía batistiana, en enero de 1959. Aquí se produjo la afrenta contra el Mayor General Calixto García, al no permitírsele por el ejército interventor norteamericano entrar a la ciudad, luego del triunfo al cual había contribuido decisivamente. Y aquí, con el Comandante en Jefe Fidel Castro al frente, los mambises del siglo XX entraron por fin, para hacer una verdadera Revolución.
Aquí se produjo el heroico asalto al Cuartel Moncada, el 26 de Julio de 1953. En esta ciudad se vistió por primera vez el uniforme verde olivo y se cantó en las calles el Himno del 26 de Julio, cuando el 30 de noviembre de 1956 los jóvenes revolucionarios se alzaron en armas, secundados por el pueblo, para respaldar el desembarco del yate Granma, comandado por Fidel.
En Santiago de Cuba nacieron Antonio Maceo y Frank País, cuyas muertes simbolizan la caída de todos los mártires de la Revolución en las distintas etapas independentistas. Como símbolo de continuidad de una misma lucha, el héroe de la lucha clandestina nació un  siete de diciembre, exactamente 38 años después de la muerte del Titán de Bronce.
El propio cementerio de Santa Ifigenia surgió sólo seis meses antes de iniciada la guerra de 1868, como si hubiese nacido con la misión de atesorar los restos venerados de muchos héroes de la Patria. Aquí reposan los restos de Carlos Manuel de Céspedes y  de José Martí, máximos jefes de las gestas de Yara y de Baire;  de Mariana Grajales, de José Maceo, de Guillermón Moncada, Perucho Figueredo, de más de una veintena de generales de nuestras guerras de independencia.
Aquí están sepultados  39  combatientes del Moncada, encabezados por Abel Santamaría Cuadrado. Los hermanos Frank y Josué; Pepito, Tony, Otto… decenas de combatientes del Ejército Rebelde y de la lucha clandestina. Ciento cuatro combatientes internacionalistas caídos en distintas latitudes, reposan también aquí, como testimonio del valor solidario de este pueblo.
Aquí recibió el General Antonio su herida número 27 y última, cuando el 15 de abril de 196l el pecho de su busto en el aeropuerto que lleva su nombre, fue atravesado por la metralla mercenaria. Pero el Titán continuó erguido, desafiando la infamia y llamando a los santiagueros al combate.
La infatigable Santiago, la llamó nuestro Héroe Nacional. Capital moral de la Revolución, la definió Fidel. Cuna de la Revolución, la bautizó la historia. Rebelde ayer, hospitalaria hoy, heroica siempre, la identifica nuestro pueblo.
Así es Santiago de Cuba, donde la historia y el presente estrechan sus manos para forjar y defender el futuro. Donde el desarrollo económico y social sigue su curso, pese a las adversidades de un bloqueo obstinado y criminal que afecta al país hace ya cuatro décadas y media.
Así es Santiago de Cuba, de la cual diría el General de Ejército, Raúl Castro Ruz, en ocasión del XXIII aniversario del alzamiento del 30 de Noviembre de 1956:

Si el Callejón del Muro, Enramadas, Garzón, Trocha, Vista Alegre, San Gerónimo y El Caney pudieran hablar. Si los muros del Moncada, las aulas del Instituto, la Normal y la Universidad, los bancos del Parque Céspedes y la Plaza de Marte, los campanarios de La Catedral y El Cobre, las almenas del Morro y las losas de Santa Ifigenia pudieran contarnos su historia de centenarias luchas, veríamos de nuevo que no hay piedra en Santiago que no haya sido pedestal de un héroe. No hay minuto de nuestra historia en que los orientales no hayan ocupado su lugar y ninguna página heroica ha sido escrita sin su concurso.
Hoy, el pueblo santiaguero continúa siendo fiel a lo que el Comandante en Jefe le pidió aquel memorable Primero de Enero de 1984:
 !Que siempre sean ejemplo de todos los cubanos tu heroísmo, tu patriotismo y tu espíritu revolucionario! !Que siempre sea la consigna heroica de nuestro pueblo lo que aquí aprendimos: !Patria o Muerte! !Venceremos! !Que siempre nos espere lo que aquí conocimos aquel glorioso Primero de Enero: la victoria! ! Gracias, Santiago!
Y también, como aquella noche,  el pueblo responde con el fervor y la fidelidad de siempre: ¡Gracias, Fidel!

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