domingo, 20 de noviembre de 2011

capitalismo es un sistema insalvable


El

:Orlando Guevara Núñez
Cada vez que escucho las noticias sobre las manifestaciones de los Indignados en Estados Unidos y Europa, o las protestas de millones de personas ante el deterioro de sus condiciones de vida, o sobre el incremento del desempleo y los recortes de los presupuestos, principalmente en la esfera social,  refuerzo  más el criterio de que el sistema capitalista atraviesa una crisis insalvable.
Ese fenómeno fue alertado por el Comandante en Jefe Fidel Castro cuando sólo él hablaba de esa crisis y sus planteamientos todavía no tenían eco en muchos, incluso anticapitalistas.
Pero ahí está la realidad. Y algo peor, las medidas para enfrentar esa crisis, solo persiguen salvar al sistema de explotación, a los bancos, a las grandes corporaciones, a los poderosos. Esto significa, en primer lugar, que la crisis podría tener algún respiro, pero sería pasajero. Porque la esencia del sistema capitalista es la explotación, sin la cual no puede existir. Por tanto, si tuviera  alguna recuperación, sería para fortalecer a los mismos que la provocaron y volverían a revivirla, cada vez con consecuencias más letales para los desposeídos y capas más vulnerables de la sociedad.
Las potencias capitalistas actuales, son incapaces de resolver los grandes problemas de sus pueblos. Aún así, tratan de imponer su modelo económico, político y social a otros, objetivo en el cual dilapidan millones de dólares y euros en guerras sucias, como las de Afganistán, Iraq y Libia, vandalismo que quieren repetir en Siria e Irán, aún a riesgo de crear un conflicto que amenazaría la existencia misma de la especie humana.
Si esos cuantiosos recursos fueran utilizados en beneficiar a sus propios pueblos, en reducir el desempleo, el costo de la vida, mejorar la salud y la educación y otros programas sociales, serían menos los Indignados. Pero la realidad es otra: la crisis se agudizará y los afectados serán cada vez más. Por lo tanto, la indignación está llamada también a crecer.  Así, por mucho que los capitalistas alaben su sistema y traten de imponerlo a otros países, están condenados al fracaso. Los pueblos serán, al final, los tribunales que los juzguen.

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