martes, 29 de noviembre de 2011

¿Humanismo y derechos humanos? ¡Juzgue el lector!



.Orlando Guevara Núñez



Hace pocos días, escuché, procedente de España, una información que me pareció una dolorosa injusticia. Más de 100 000 familias están amenazadas de desalojo de sus viviendas, por no poder pagar los adeudos del alquiler. Y como si fuera poco, esas personas están obligadas a continuar pagando la deuda contraída, aunque no tengan un techo donde vivir, ni trabajo para adquirir dinero. La injusticia me pareció mayor. Ya muchos están en la calle, mientras otros plantean que no abandonarán las viviendas.
Cosas normales en una sociedad capitalista, pensé. Pero aún bajo el impacto de ese noticia, leí otra, también procedente de España. Resulta que en Zaragoza, se puso en marcha una campaña para prevenir a familiares que si no pagan las cuotas pendientes en los cementerios, los restos de sus seres queridos serán  “expulsados” de sus tumbas y depositados en fosas comunes.
Los avisos han sido situados, inescrupulosamente,  en las mismas lápidas mortuorias, con la advertencia de que sin en 15 días no se saldan las deudas, se procederá al desalojo.
Y no se trata, por lo visto, de una simple amenaza, pues ya una 90 personas fallecidas han perdido lo que se creyó su aposento eterno. Y otras casi 500 están en turno.
La información precisa que en muchos nichos aparece una nota de “Caducado”, agregando que al menos 30 000 personas tienen deudas con el Ayuntamiento. Está establecido, en esa alcaldía, que los familiares deben pagar 145 dólares por cada cinco años de sepultura.
Tremendo problema el de estar en peligro de perder la vivienda durante la vida y el nicho después de muerto.
¿Humanidad?  ¿Derechos humanos? Juzgue el lector.


lunes, 28 de noviembre de 2011

Los niños del presente, los hombres del futuro

: Orlando Guevara Núñez


Ayer, 27 de noviembre, estuve en el acto donde los pobladores de Alto Songo, localidad ubicada a unos 30 kilómetros de la ciudad de Santiago de Cuba, conmemoraron el aniversario 53 de su liberación por el Ejército Rebelde.
Una parte considerable de los participantes eran jóvenes. Los padres de muchos de ellos no habían nacido cuando las tropas rebeldes derrotaron a las tropas de la tiranía en ese poblado. Y me impresionó mucho la forma en que expresaron sus sentimientos.
Un niño, devenido orador,  dijo “Soy un niño feliz en mi nación libre y soberana, donde las decisiones son nuestras. Represento a la generación responsable de los cambios necesarios y como Silvio Rodríguez, afirmo que mi historia crecerá”.
Una joven estudiante de primer año de Medicina, evocó los hechos vandálicos que llevaron a la  muerte a ocho  inocentes estudiantes de medicina cubanos, el 27 de noviembre de 1871, víctimas del colonialismo español, en su esfuerzo por no perder el dominio sobre Cuba.
Y las canciones. Cantaré mis canciones al destino/ y con mi voz haré temblar la muerte, letra  de Antonio Guerrero, uno de los héroes cubanos presos en los Estados Unidos por luchar contra el terrorismo. O El Mayor, de Silvio Rodríguez, canto dedicado al Mayor General del Ejército Libertador Cubano, caído en combate frente a las tropas coloniales españolas, Ignacio Agramonte y Loynaz El fervor al entonar El Necio, también de Silvio, donde el cantor afirma que Yo muero como viví.
Los niños rememoraron las horas de combates, pero, sobre todo, hablaron de presente de lucha y futuro del cual son los dueños…

jueves, 24 de noviembre de 2011

Antolina

 .Orlando Guevara Núñez                         
Ha pasado ya medio siglo. Y todavía guardo el más grato recuerdo sobre esa mujer. No sé si aún vive o si la acción implacable del tiempo ha sido capaz de doblegar su existencia. Pero lo cierto es que ni la distancia ni los años han podido borrar las imágenes que conservo sobre ella- para muchos una mujer igual que otra- pero para mi, inobjetablemente excepcional.
Aún bajo los torrenciales aguaceros, venciendo los obstáculos de los más de diez kilómetros de fangosos caminos, la recuerdo llegando siempre primera a la escuela, enjorquetada sobre su infalible transporte: una yegua alazana y grande, a la cual ella, no sé por cual razón, llamaba siempre  “mi caballa”. Y  no la he olvidado tampoco bajo su gigante sombrilla, utilizada lo mismo contra el sol que contra el agua. Ni cuando miraba por encima de sus espejuelos de aumento; ni su modestia y corrección en el vestir.
Pero lo que más me sigue impresionando al recordarla, es su manera de ejercer con tanto amor y vocación la enseñanza. Aún no consigo olvidar su rostro emocionado al cantar junto a nosotros, todas las mañanas, nuestro Himno Nacional. Y siento todavía su voz exaltando las figuras de Céspedes, Agramonte, Martí, Gómez  y Maceo… y luego haciéndonos copiar muchas veces hasta aprender de memoria el pensamiento martiano de que los grandes derechos no se compran con lágrimas, sino con sangre; que el verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber y que un principio justo, desde el fondo de una cueva, puede más que un ejército.
   Y la recuerdo intolerable ante las indisciplinas. Y acuden a mi mente las veces que las acostumbradas peleas entre alumnos durante el recreo, tuvieron un fin paralizante, sencillamente ante una señal de alerta anunciando su presencia.
No eran épocas todavía para prescindir de los reglazos. Pero en ella ese castigo se complementaba siempre con otro: la obligación de permanecer en el aula a la hora del retiro. Y sólo ella y el castigado eran testigos de lo que entonces sucedía.
Me parece estar mirándola aquel día en el aula, donde la algarabía era fantástica. Se levantó lentamente de su silla y penetró hasta el centro del pasillo que dividía en dos el grupo. En su mano derecha, la fatídica regla. El silencio, sepulcral. Todas las miradas se concentraban en ella, la seguían y trataban de descifrar lo que se avecinaba. Su taconeo sobre el piso de madera, semejaba un toque anunciando tragedia.
 Cuando se detuvo a mi lado, sólo un veloz reflejo pudo librarme del impacto. Como un relámpago, un coro de voces proclamó mi inocencia y detuvo el embiste. Ella, turbada, regresó a su asiento y junto a mi sólo quedó la regla, partida en dos, y una visible marca grabada en el espaldar de mi pupitre. Lloré de impotencia y de vergüenza. Ese día pensé que ella era mala y todos la acusaron de injusta. Y más lo creí así cuando, pese a mi probada ausencia de culpa, me aplicó también el castigo de quedarme en el aula mientras los demás se marchaban. Sólo entonces-sin testigos- comprendí y guardo con especial emoción y cariño, el secreto del segundo castigo, cuando sus lágrimas, en lugar de sus palabras, enmendaron la injusticia. Esa vez aprendí que uno puede llorar no sólo ante una ofensa…
Pero lo que con más tristeza recuerdo es aquel aciago día en que otra maestra apareció sentada sobre la silla del aula. No había venido en una  “caballa”, ni llegó antes que los alumnos, ni traía sombrilla grande, tal vez porque dentro del auto no la necesitaba. Si no menciono su nombre, es porque en realidad no lo recuerdo…
Nunca más volví a ver a la maestra que yo quería. Tampoco he sabido nada sobre ella. Pero confieso que siempre, al pasar por el lugar donde existiera aquella humilde escuelita rural o cuando estoy entre niños y educadores, viene a mi mente, ligada a un profundo cariño y respeto, una imagen imborrable y resistente a la acción corrosiva del tiempo: la de Antolina, mi querida maestra de   segundo grado

Santiago de Cuba: Los héroes son sus hijos



.Orlando Guevara Núñez

El  Primero de Enero de 1984, el Comandante en Jefe Fidel Castro, a propuesta suya y por acuerdo del Consejo de Estado, entregó a Santiago de Cuba el Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba y la Orden Antonio Maceo.
Fue un reconocimiento a la historia forjada por el pueblo santiaguero. La ciudad es heroica porque heroico han sido sus hijos en las distintas etapas de lucha. Las casas, las calles, los parques, las instalaciones públicas que hoy identifican y simbolizan a esta ciudad, ganaron ese sitial por el patriotismo de sus habitantes,  por sus valores culturales, por ser escenarios de lucha de sus hombres y mujeres.
La ciudad con más de 1 700 edificaciones surgidas durante la etapa colonial, su mezcla con el eclecticismo, el modernismo y el racionalismo en las construcciones, es poseedora de un valor urbanístico, arquitectónico, ambiental y monumental que hizo acreedor a su centro histórico, desde l978, de la distinción como Monumento Nacional.
 Primera capital cubana creada por el colonialismo español.  Escenario de ataques piratas, de corsarios y filibusteros que desde su mismo nacimiento le fueron imponiendo a su población el deber de defenderse.
Sangre africana, europea y asiática en mágica mezcla con la nativa. Gente que anhelaba tierra propia para sembrar y cultivar sus esperanzas de libertad y soberanía, sin imposiciones de amos venidos de otras partes. El crisol de su nacionalidad, agredido por la brutalidad de la esclavitud y el vasallaje, germinó abonado por sudor y sangre de incontables generaciones.
Hombres y mujeres que fueron inoculando en sus venas y en su carácter el odio hacia los crímenes y el despotismo español. Rebeldía forjada ante salvajes matanzas, como las de marzo y agosto de 1869, febrero de 1870 y el fusilamiento en agosto de ese mismo año del patriota y autor del Himno Nacional cubano, Perucho Figueredo.
Terreno ya abonado para recibir la simiente del 10 de octubre de 1868. Antonio Maceo, José Maceo, Donato Mármol, Pío Rosado, Guillermón Moncada, Flor Crombet, Quintín Bandera y centenares de jóvenes santiagueros que ya conspiraban contra España, acuden al llamado independentista. Santiago de Cuba, los hijos de esta ciudad, comenzaban así una lucha que sería coronada casi un siglo después.                                                                                                                 
En 1879 muchos patriotas de esta ciudad respondieron al brote de la llamada Guerra Chiquita  sumándose a una contienda que no fructificaría, pero mantendría latente el espíritu de lucha.
El 24 de febrero de 1895, habían echado raíces más fuertes  el patriotismo y la decisión de lucha. Los clarines de Baire movilizaron  a quienes habían luchado en las campañas anteriores y a otros muchos santiagueros, símbolos de la continuidad histórica.
Así, Santiago de Cuba se reafirmaba como un firme pilar de la lucha por la independencia cubana. Todas esas contiendas fueron cimentando la rebeldía de los santiagueros.
Y hasta la propia Naturaleza  parece haberse convertido en cómplice para la forja de ese carácter, imponiendo a los habitantes de esta ciudad los rigores del sol abrasador, del perenne y sofocador calor, de los temblores de tierra, de las calles estrechas y con pendientes, de las escalinatas, de un anillo montañoso que detiene los vientos, interrumpido  sólo por la larga y estrecha bahía que no renuncia a besar perennemente los pies de la ciudad.
Pero la capital santiaguera, con sus adversidades geográficas y  afrentas políticas  y sociales de otros tiempos, ha sido compensada con singulares valores transmitidos a su gente. Aquí nació y vivió Esteban Salas, considerado el padre de la música cubana. Las calles, ventanas, balcones y parques -mezclas de reposo y turbulencia- supieron de las notas alegres o tristes de Pepe Sánchez, creador del primer bolero; de Sindo Garay, de Miguel Matamoros, de Ñico Saquito, Compay Segundo y una pléyade de inmortales trovadores. Aquí está la casa natal de José María Heredia, nuestro primer poeta romántico.
Las excelsas figuras de Diego Vicente Tejera, primer socialista cubano, Juan Bautista Sagarra, educador,  el patriota Emilio Bacardí y otras muchas, han sido paradigmas  de hombres y de cubanía. Se dice Trocha y se ha dicho Carnaval. Se habla de puertas abiertas a las guitarras y a los combatientes y se está hablando de Santiago de Cuba. Se dice solidaridad y el primer sinónimo es: santiaguero, brindando su mano, su ayuda, su casa y su mesa al amigo o simplemente a un conocido que venga en son de paz y amistad.
 Hasta parece como si la historia, en gesto agradecido, hubiese reservado para esta ciudad el escenario de hechos trascendentes para toda la nación cubana y más allá de sus fronteras.
Aquí recibió el golpe mortal el colonialismo español, en 1898. Y aquí sufrió su derrota final la sangrienta tiranía batistiana, en enero de 1959. Aquí se produjo la afrenta contra el Mayor General Calixto García, al no permitírsele por el ejército interventor norteamericano entrar a la ciudad, luego del triunfo al cual había contribuido decisivamente. Y aquí, con el Comandante en Jefe Fidel Castro al frente, los mambises del siglo XX entraron por fin, para hacer una verdadera Revolución.
Aquí se produjo el heroico asalto al Cuartel Moncada, el 26 de Julio de 1953. En esta ciudad se vistió por primera vez el uniforme verde olivo y se cantó en las calles el Himno del 26 de Julio, cuando el 30 de noviembre de 1956 los jóvenes revolucionarios se alzaron en armas, secundados por el pueblo, para respaldar el desembarco del yate Granma, comandado por Fidel.
En Santiago de Cuba nacieron Antonio Maceo y Frank País, cuyas muertes simbolizan la caída de todos los mártires de la Revolución en las distintas etapas independentistas. Como símbolo de continuidad de una misma lucha, el héroe de la lucha clandestina nació un  siete de diciembre, exactamente 38 años después de la muerte del Titán de Bronce.
El propio cementerio de Santa Ifigenia surgió sólo seis meses antes de iniciada la guerra de 1868, como si hubiese nacido con la misión de atesorar los restos venerados de muchos héroes de la Patria. Aquí reposan los restos de Carlos Manuel de Céspedes y  de José Martí, máximos jefes de las gestas de Yara y de Baire;  de Mariana Grajales, de José Maceo, de Guillermón Moncada, Perucho Figueredo, de más de una veintena de generales de nuestras guerras de independencia.
Aquí están sepultados  39  combatientes del Moncada, encabezados por Abel Santamaría Cuadrado. Los hermanos Frank y Josué; Pepito, Tony, Otto… decenas de combatientes del Ejército Rebelde y de la lucha clandestina. Ciento cuatro combatientes internacionalistas caídos en distintas latitudes, reposan también aquí, como testimonio del valor solidario de este pueblo.
Aquí recibió el General Antonio su herida número 27 y última, cuando el 15 de abril de 196l el pecho de su busto en el aeropuerto que lleva su nombre, fue atravesado por la metralla mercenaria. Pero el Titán continuó erguido, desafiando la infamia y llamando a los santiagueros al combate.
La infatigable Santiago, la llamó nuestro Héroe Nacional. Capital moral de la Revolución, la definió Fidel. Cuna de la Revolución, la bautizó la historia. Rebelde ayer, hospitalaria hoy, heroica siempre, la identifica nuestro pueblo.
Así es Santiago de Cuba, donde la historia y el presente estrechan sus manos para forjar y defender el futuro. Donde el desarrollo económico y social sigue su curso, pese a las adversidades de un bloqueo obstinado y criminal que afecta al país hace ya cuatro décadas y media.
Así es Santiago de Cuba, de la cual diría el General de Ejército, Raúl Castro Ruz, en ocasión del XXIII aniversario del alzamiento del 30 de Noviembre de 1956:

Si el Callejón del Muro, Enramadas, Garzón, Trocha, Vista Alegre, San Gerónimo y El Caney pudieran hablar. Si los muros del Moncada, las aulas del Instituto, la Normal y la Universidad, los bancos del Parque Céspedes y la Plaza de Marte, los campanarios de La Catedral y El Cobre, las almenas del Morro y las losas de Santa Ifigenia pudieran contarnos su historia de centenarias luchas, veríamos de nuevo que no hay piedra en Santiago que no haya sido pedestal de un héroe. No hay minuto de nuestra historia en que los orientales no hayan ocupado su lugar y ninguna página heroica ha sido escrita sin su concurso.
Hoy, el pueblo santiaguero continúa siendo fiel a lo que el Comandante en Jefe le pidió aquel memorable Primero de Enero de 1984:
 !Que siempre sean ejemplo de todos los cubanos tu heroísmo, tu patriotismo y tu espíritu revolucionario! !Que siempre sea la consigna heroica de nuestro pueblo lo que aquí aprendimos: !Patria o Muerte! !Venceremos! !Que siempre nos espere lo que aquí conocimos aquel glorioso Primero de Enero: la victoria! ! Gracias, Santiago!
Y también, como aquella noche,  el pueblo responde con el fervor y la fidelidad de siempre: ¡Gracias, Fidel!

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Niñez protegida en Cuba, pero, ¿Y en el mundo?




: Orlando Guevara Núñez

La UNICEF –Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia- reconoció que Cuba marcha a la vanguardia en la protección del niño, a quien garantiza educación y salud gratuitas y accesibles para todos, sin discriminación, asegurándoles el derecho a la vida, al desarrollo y a la participación, sin vulneración de ninguno de estos derechos.
Otro es el panorama relacionado con los niños en muchas otras partes del mundo. Datos recientes de organismos internacionales, como la propia UNICEF, denuncian que en el mundo malviven 215 millones de niños obligados a trabajar para poder subsistir.
Más de  12  millones de estos niños – se precisa- residen en las zonas más pobres de las naciones industrializadas, principalmente de los Estados Unidos y Europa.
Es preocupante que más de la mitad de los niños trabajadores en el mundo, laboran en condiciones peligrosas, dañinas para la salud y no pocas veces en sistemas de esclavitud y obligados a la prostitución.
Cada minuto se produce un accidente de un niño en su puesto de trabajo y unos 22 mil infantes mueren cada año mientras trabajan.
Esa injusticia  y desprotección infantil –la del trabajo- está planteado por la ONU ponerle fin en el año 2016. En Cuba, ese mal fue erradicado mucho antes de que la ONU se lo propusiera, porque tal conquista llegó junto al triunfo revolucionario del 1ro. de enero de 1959.
Pretender que en los próximos cinco años ese cruel sistema sea erradicado, es una utopía, porque el capitalismo no podrá lograrlo nunca. Solo un sistema social como el socialismo estará en condiciones de acoger esa meta y cumplirla. A la mayoría de los niños y los jóvenes, el capitalismo solo puede asegurarles que serán los futuros explotados, los hambrientos, los desposeídos, los desempleados, los herederos de quienes no poseen casi nada, condenados a vivir bajo el látigo de quienes lo tienen todo

domingo, 20 de noviembre de 2011

capitalismo es un sistema insalvable


El

:Orlando Guevara Núñez
Cada vez que escucho las noticias sobre las manifestaciones de los Indignados en Estados Unidos y Europa, o las protestas de millones de personas ante el deterioro de sus condiciones de vida, o sobre el incremento del desempleo y los recortes de los presupuestos, principalmente en la esfera social,  refuerzo  más el criterio de que el sistema capitalista atraviesa una crisis insalvable.
Ese fenómeno fue alertado por el Comandante en Jefe Fidel Castro cuando sólo él hablaba de esa crisis y sus planteamientos todavía no tenían eco en muchos, incluso anticapitalistas.
Pero ahí está la realidad. Y algo peor, las medidas para enfrentar esa crisis, solo persiguen salvar al sistema de explotación, a los bancos, a las grandes corporaciones, a los poderosos. Esto significa, en primer lugar, que la crisis podría tener algún respiro, pero sería pasajero. Porque la esencia del sistema capitalista es la explotación, sin la cual no puede existir. Por tanto, si tuviera  alguna recuperación, sería para fortalecer a los mismos que la provocaron y volverían a revivirla, cada vez con consecuencias más letales para los desposeídos y capas más vulnerables de la sociedad.
Las potencias capitalistas actuales, son incapaces de resolver los grandes problemas de sus pueblos. Aún así, tratan de imponer su modelo económico, político y social a otros, objetivo en el cual dilapidan millones de dólares y euros en guerras sucias, como las de Afganistán, Iraq y Libia, vandalismo que quieren repetir en Siria e Irán, aún a riesgo de crear un conflicto que amenazaría la existencia misma de la especie humana.
Si esos cuantiosos recursos fueran utilizados en beneficiar a sus propios pueblos, en reducir el desempleo, el costo de la vida, mejorar la salud y la educación y otros programas sociales, serían menos los Indignados. Pero la realidad es otra: la crisis se agudizará y los afectados serán cada vez más. Por lo tanto, la indignación está llamada también a crecer.  Así, por mucho que los capitalistas alaben su sistema y traten de imponerlo a otros países, están condenados al fracaso. Los pueblos serán, al final, los tribunales que los juzguen.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Frank País: Combatiente y organizador


       

.Orlando Guevara Núñez

La acción del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba, reveló las cualidades de Frank País como combatiente y también su capacidad organizativa, aún en medio de las limitaciones impuestas por el rigor de la clandestinidad.
Después de su visita a México en agosto de 1956, donde sostuvo una entrevista con Fidel Castro, quien entonces preparaba la expedición para reiniciar la lucha armada en Cuba, el máximo jefe revolucionario,  en carta dirigida a María Antonia Figueroa, responsable de finanzas del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en Oriente, se refirió así al joven santiaguero: He podido comprobar todo cuanto me habías dicho sobre las magníficas condiciones de organizador, el valor y la capacidad de Frank País.
De su segunda visita al país azteca, en octubre de ese mismo año, regresa con el cargo de Jefe Nacional de Acción del M-26-7, y a partir de ese  momento multiplica  su labor organizativa en Santiago de Cuba y otros muchos lugares de la Isla. Aglutina y disciplina a hombres y mujeres,  reúne armas y traza meticulosamente el plan para secundar a los futuros expedicionarios del Granma.
El telegrama recibido por Arturo Duque de Estrada, Secretario de Actas y Correspondencia del M-26-7, en el que se indicaba la fecha de arribo de la expedición a la costa sur de Oriente, llegó a Santiago de Cuba el 27 de noviembre de 1956. Se contaba con solo tres días para los preparativos finales y el desarrollo de la acción. El escaso tiempo, sin embargo, no restó organización a un vasto plan que iba más allá de los principales objetivos en la capital oriental, es decir, las Estaciones de la Policía Nacional, de la Policía Marítima y el Cuartel Moncada.
El asalto a una ferretería para obtener armas, la destrucción de la pista e instalaciones del Aeropuerto y la fuga de los presos políticos de la cárcel de Boniato, formaban parte del plan en Santiago, concebido en tres direcciones: el alzamiento de la ciudad, los francotiradores que hostigarían a las fuerzas batistianas, y una cadena de sabotajes a servicios públicos, de comunicaciones, transporte y otros para inmovilizar a las fuerzas de la tiranía.
La noche del 29 de noviembre, Frank convoca a su Estado Mayor, y al frente de él se dirige a una casa radicada en Punta Gorda, cercana a la bahía santiaguera, desde donde al amanecer parte hacia la ciudad y se instala en una casa de la calle Santa Lucía, a poca distancia de la Estación de la Policía Nacional, donde cayeron en combate Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada en los primeros momentos del combate del 30 de noviembre.
Junto a Frank País, ese Estado Mayor lo integraban Armando Hart Dávalos, el dirigente obrero Ramón Álvarez y el abogado defensor de los moncadistas, Baudilio Castellanos. También, poniendo en alto el heroísmo de la mujer cubana, lo formaron las santiagueras Vilma Espín Guillois, Gloria Cuadras de la Cruz y María Antonia Figueroa, junto a la heroína del Moncada Haydée Santamaría Cuadrado.
Ya en su Cuartel General, la actividad organizativa de Frank es intensa. Recepciona la información de los distintos jefes e imparte las órdenes para el combate. Así lo describió la ya fallecida combatiente Gloria Cuadras: En ese momento me fijé en el rostro de Frank. Estaba radiante y su rostro estaba como iluminado. Se había puesto el traje verde olivo, primera vez que lo veía así y se podía palpar que estaba orgulloso de tenerlo puesto.
Ante  la certeza del fracaso del bloqueo al Cuartel Moncada, Frank ordena la retirada escalonada de los combatientes, no sin antes explorar la posibilidad de escalar las montañas para desde allí continuar la lucha, propósito no logrado por la presencia de las fuerzas de la tiranía ya movilizadas.
Al referirse a las acciones del 30 de noviembre en Santiago de Cuba, Frank las calificó como un éxito. Y fue ese un punto de partida para intensificar las actividades organizativas. Traza indicaciones para los responsables clandestinos, define ideas y misiones para incrementar la lucha, estructura el Movimiento en secciones de organización obrera, sabotajes, tesorería y de propaganda. Cada cargo debería tener su sustituto.
Se consagra a organizar la resistencia cívica, las milicias clandestinas y el sector obrero para apoyar la lucha del Ejército Rebelde en las montañas de la Sierra Maestra. Dedica sus esfuerzos a la creación de un segundo frente de combate en la zona de Miranda, el cual fracasa y constituye para él un fuerte golpe del que se repone; logra recuperar muchas armas y enviarlas al Mando Rebelde guerrillero. Luego organiza el primer refuerzo de medio centenar de combatientes que en marzo de 1957 se suman a la guerrilla dirigidas por Fidel, lo cual fue un factor importante para la consolidación de esa fuerza.
El 17 de mayo de 1957, en una circular a los dirigentes del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, expone su idea de crear nuevos frentes de combate, para lo cual orienta el estudio de los posibles territorios. En el propio documento plasma con claridad su pensamiento político, al afirmar la aspiración de “Encausar a Cuba dentro de las nuevas corrientes políticas, económicas y sociales de nuestro siglo (...) a remover, derribar, destruir el sistema colonialista que aún impera, barrer con la burocracia, eliminar los mecanismos superfluos, extraer los verdaderos valores e implantar, de acuerdo con las particularidades de nuestra idiosincrasia, las modernas corrientes filosóficas que imperan actualmente en el mundo (...) Tenemos que lograr una verdadera unidad ideológica, la plena identificación de principios y propósitos para que sea sencillo el aunar las acciones de tantos militantes, coordinar sus esfuerzos y dirigirlos a puntos concretos.
Así, cuando cae asesinado el 30 de julio de 1957 en Santiago de Cuba, sin haber cumplido aún los 23 años de edad, Frank País García legaba a la Revolución su audacia combativa y su capacidad de organización, convertidas en fuerza imprescindible para la lucha futura y la victoria final.
Al referirse a las cualidades de Frank, el compañero Armando Hart, luchador junto a él, afirmaría en un artículo publicado en el periódico clandestino Revolución,  a fines del año 1957:  Sumergido en la clandestinidad fue centro directriz del poderoso movimiento subversivo que tiene a la tiranía al borde del colapso. Anónimamente, conocido sólo en su provincia y en los círculos revolucionarios,  fue capaz, con una hábil estrategia de combate, de ser factor determinante de la lucha contra la tiranía. Frank País, desde su escondite en Santiago, mandaba en Cuba (...)
No sé – afirmó Hart en el mencionado artículo- si era un político con vocación militar o un militar con vocación política. Sí sé que para él las palabras disciplina, organización, civismo, libertad, tenían un valor sagrado, conjugándose en su mente y en su acción, guardando un magnífico equilibrio.
Así era Frank País García, nuestro héroe glorioso de la lucha clandestina.