domingo, 11 de noviembre de 2012
Santiago de Cuba ha conmocionado una vez más a Cuba
Santiago de Cuba, ciudad herida en lo más hondo de sus entrañas por el huracán Sandy, se sigue recuperando. Sus arterias reciben la transfusión del trabajo de su pueblo, del apoyo del resto de las provincias cubanas y de la solidaridad de muchos pueblos que comparten con nosotros el esfuerzo para la rehabilitación.
Esta ciudad, en otras ocasiones, ha sido escenario de hechos que han conmocionado a la nación cubana. Así ocurrió el amanecer glorioso de la Santa Ana, el 26 de Julio de 1953, cuando los jóvenes de la Generación del Centenario, con Fidel al frente, vinieron aquí, a ofrendar su vida y su sangre para que Martí siguiera viviendo en el alma de la Patria.
Igual sucedió durante otro épico amanecer, el del 30 de noviembre de 1956, cuando la juventud santiaguera, con Frank País como jefe, levantó en armas a la ciudad para secundar el desembarco del Granma. Esa vez, la ciudad se vistió de verde olivo, color que sigue simbolizando el heroísmo de nuestro pueblo.
La caída de Frank País, héroe de la lucha clandestina, el 30 de julio de 1957, enardeció a los combatientes cubanos, quienes desde ese momento hicieron más firme su decisión de lucha y de victoria.
Y otro gran momento acontecido en Santiago de Cuba fue la proclamación del triunfo de la Revolución cubana, el 1ro. de enero de 1959, hecho que trascendió al país, para insertarse en la historia de nuestro continente y más allá, como uno de los acontecimientos más relevantes del siglo XX americano.
Así resumió Fidel la historia de esta ciudad, la historia “Del Santiago heroico, desde la época del 68, del Santiago revolucionario, del Santiago siempre rebelde, del Santiago que fue cuna de estirpes como la de los Maceo. Del Santiago en cuya tierra descansan los restos de Martí, del Santiago del 26 de julio, del 30 de noviembre, del 1ro. de enero”.
Ante los embates y la destrucción del huracán, en Santiago de Cuba no hay lugar para los lamentos, porque éstos han cedido su lugar al trabajo. Puede decirse que el trabajo les arrebató ese lugar.
No podía ser de otra manera en una ciudad donde las mujeres, durante el entierro de sus hijos o esposos asesinados por la tiranía batistiana, no lloraban, porque sus gargantas estaban ocupadas por los gritos de ¡Viva la Revolución!, ¡Viva Fidel! ¡Abajo la dictadura! a la par que sus pupilas no se mojaban con las lágrimas, aunque no supieran que ese dolor era un presagio de alborada.
Hoy, a los santiagueros nos conmueve el ejemplo de los muchos hermanos que desde varias provincias están curando los daños del huracán. Unos arrebatando terreno a la oscuridad, otros devolviendo vitalidad a las líneas telefónicas; muchos, retirando escombros, restableciendo vías, higienizando, reconstruyendo, devolviendo a la ciudad lo que le arrebató Sandy.
Muchos mensajes solidarios no han llegado y llegan desde distintas provincias y otros lugares del mundo. El dolor de los santiagueros, ha sido dolor de todos los cubanos. Y ese sentimiento multiplica nuestro deber de consagrarnos a la rehabilitación.
Santiago de Cuba sabrá levantarse y sanar las heridas dejadas por el huracán. Porque Santiago, al decir de Raúl, ¡Sigue siendo Santiago!
Y porque ante esta u otras situaciones difíciles, los santiagueros no defraudaremos nunca a nuestro Comandante en Jefe, quien al entregar a esta ciudad el Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba y la Orden Antonio Maceo, nos pidió:
¡Que siempre sean ejemplo de todos los cubanos tu heroísmo, tu patriotismo y tu espíritu revolucionario! ¡Que siempre sea la consigna heroica de nuestro pueblo lo que aquí aprendimos: Patria o Muerte! ¡Que siempre nos espere lo que aquí conocimos aquel glorioso Primero de Enero: la victoria!
¡Gracias, Santiago!
Para los hijos de esta ciudad heroica, esa es la única opción posible del Santiago de Fidel, de Raúl y de toda Cuba: ¡La victoria!
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