MiTuSantiago
domingo, 11 de noviembre de 2012
Operación Carlota: su gloria imperecedera
El 25 de mayo de 1991, con el regreso de los últimos 500 militares cubanos que permanecían en la República Popular de Angola, llegó a su fin la Operación Carlota. Se cerraba así uno de los capítulos más brillantes en la historia del internacionalismo proletario a escala universal.
En enero de 1975, Portugal, incapaz de mantener su dominio colonial sobre Angola, había pactado con organizaciones de ese país otorgarle su independencia a fines de año. Mientras, se integraría un gobierno provisional integrado por el Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) dirigido por Agosthino Neto, principal representante del pueblo angolano; el Frente Nacional para la Liberación de Angola (FNLA), encabezado por Holden Roberto, un conocido agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) liderada por Jonnas Savimbi, un personaje ligado a los círculos económicos dominantes y al régimen sudafricano.
El FNLA y la UNITA, se confabularon desde el inicio contra el MPLA para impedir la verdadera independencia de Angola, apoyados por gobiernos imperiales, en primer lugar los Estados Unidos, además de Francia, Inglaterra, y la complicidad de Zaire y Sudáfrica.
La fecha fijada para la independencia de Angola había sido el 11 de noviembre de 1975. Pero las fuerzas reaccionarias violando ese acuerdo, habían organizado, financiado, armado y entrenado a las tropas encargadas de evitar el inminente ascenso del MPLA al poder, a través de las elecciones anunciadas.
Ante el peligro real, el presidente del MPLA, Agosthino Neto, pidió a Cuba ayuda militar para preservar su independencia. Desde inicios de 1965, luego de un encuentro del Che con representantes de esta organización, efectuado en El Congo, Cuba se había comprometido a prestar ayuda a los guerrilleros contra el colonialismo portugués.
A inicios de agosto de 1975, el primer comandante cubano, Raúl Díaz Argûelles, inició contactos con el MPLA para concretar la ayuda militar, que al inicio consistió en instructores para cuatro centros de instrucción angolanos que organizarían, prepararían y armarían a unas cincuenta unidades de las Fuerzas Armadas para la Liberación de Angola (FAPLA).
Pero las potencias agresoras se daban prisa en su objetivo de impedir la independencia. Por el Norte y por el Sur, tropas agresoras se dirigían ya hacia Luanda, la capital, para el zarpazo.
Ante el inminente golpe que hubiese aniquilado a las fuerzas revolucionarias, Cuba decidió enviar tropas regulares y armamento apropiado para enfrentar y derrotar a los agresores. Así surgió la Operación Carlota, nombre tomado de una esclava libertaria africana que el 5 de noviembre de 1843, encabezó una rebelión en el ingenio Triunvirato, de Matanzas, contra los esclavistas españoles, siendo salvajemente asesinada, atado su cuerpo a caballos que tiraban de forma contraria, hasta descuartizarla.
El 10 de noviembre de 1975, cuando ya las tropas enemigas se preparaban para entrar al día siguiente a Luanda, se produce el combate de Quifangondo, donde fuerzas cubanas y de las FAPLA asestan una rotunda derrota a los agresores, salvando la integridad del país. Al día siguiente, 11 de noviembre, Agosthino Neto proclamaba la independencia y el nacimiento de la República Popular de Angola.
Por el Norte, las tropas agresoras retrocedieron luego de la derrota, pero quedaba la misión de establecer una línea de defensa contra las fuerzas sudafricanas y de la UNITA que avanzaban por el Sur. En esa tarea, el 10 de diciembre del mismo año, caía el jefe de la Misión Cubana, Raúl Díaz Argüelles, al ser alcanzado su vehículo por una mina antitanque.
La guerra fue dura y sin tregua. En el mes de marzo, unos 36 000 cubanos combatían junto a los angolanos para salvar su independencia. Hasta que el 27 de marzo de 1976, los últimos militares sudafricanos trascendían el río Cunene y se internaban en territorio de Namibia, país entonces dominado por el régimen del apartheid.
Sudáfrica había claudicado. La guerra parecía haber llegado a su fin. Cuba, de acuerdo con el gobierno angolano, se trazó el propósito de permanecer un tiempo más en ese país, con el objetivo de ayudar a consolidar la independencia y preparar las fuerzas angolanas encargadas de hacerlo.
Pero las potencias agresoras no se dieron por vencidas y reorganizaron la lucha que costó largos años de sacrificio altruista. Vendrían nuevas epopeyas gloriosas, entre éstas la decisiva de Cuito Cuanavale. Sudáfrica otra vez derrotada, la independencia de Angola había sido preservada, la de Namibia se había alcanzado, y el apartheid quedaba definitivamente destrozado.
La Operación Carlota, proseguiría, hasta el 25 de mayo de 1991. Ya desde 1976, el hoy General de Ejército Raúl Castro había dicho que “De Angola nos llevaremos la entrañable amistad que nos une a esa heroica nación, el agradecimiento de su pueblo y los restos mortales de nuestros queridos hermanos caídos en el cumplimiento del deber”.
Así, el 7 de diciembre de 1989, fueron traídos a la Patria, cargados en hombros del pueblo y sepultados en la tierra que honraron, los restos de los cubanos caídos en esa y otras misiones internacionalistas.
Una información del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, publicada en el periódico Granma, Órgano Oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, ofrecía detalles sobre quienes ofrendaron su vida en misiones militares y civiles en la República Popular de Angola, Etiopía y otros países.
Los datos, tomados de esa información, merecen recordarse hoy.
En Angola ofrendaron su vida 2 016 hermanos nuestros, de ellos 787 en acciones combativas, 524 por enfermedades y 705 por accidentes; en Etiopía murieron 160: 39 en combate, 46 por enfermedades y 75 en accidentes. En otros países, los fallecidos fueron 113, correspondiendo 37 a los caídos en combate, 27 por enfermedades y 49 por accidentes.
Del total de 2 289 cubanos que con su sangre y su vida suscribieron la gloria y la victoria en Angola y otros países, 2 085 cumplían misiones militares y 204 estaban en tareas civiles. Ellos formaron parte de los más de 400 000 cubanos que durante esos años marcharon a otros pueblos hermanos, como combatientes y colaboradores.
La sangre de la esclava Carlota, se había unido en la historia a la de los cubanos que de ella heredaron la rebeldía y la convirtieron en arma para su libertad y en sentimiento solidario con otros pueblos del mundo.
Con sobradas razones, expresaría Raúl al término de la Operación Carlota: “La gloria y el mérito supremo pertenecen al pueblo cubano, protagonista verdadero de esa epopeya que corresponderá a la historia aquilatar en su más profunda y perdurable trascendencia”.
Santiago de Cuba ha conmocionado una vez más a Cuba
Santiago de Cuba, ciudad herida en lo más hondo de sus entrañas por el huracán Sandy, se sigue recuperando. Sus arterias reciben la transfusión del trabajo de su pueblo, del apoyo del resto de las provincias cubanas y de la solidaridad de muchos pueblos que comparten con nosotros el esfuerzo para la rehabilitación.
Esta ciudad, en otras ocasiones, ha sido escenario de hechos que han conmocionado a la nación cubana. Así ocurrió el amanecer glorioso de la Santa Ana, el 26 de Julio de 1953, cuando los jóvenes de la Generación del Centenario, con Fidel al frente, vinieron aquí, a ofrendar su vida y su sangre para que Martí siguiera viviendo en el alma de la Patria.
Igual sucedió durante otro épico amanecer, el del 30 de noviembre de 1956, cuando la juventud santiaguera, con Frank País como jefe, levantó en armas a la ciudad para secundar el desembarco del Granma. Esa vez, la ciudad se vistió de verde olivo, color que sigue simbolizando el heroísmo de nuestro pueblo.
La caída de Frank País, héroe de la lucha clandestina, el 30 de julio de 1957, enardeció a los combatientes cubanos, quienes desde ese momento hicieron más firme su decisión de lucha y de victoria.
Y otro gran momento acontecido en Santiago de Cuba fue la proclamación del triunfo de la Revolución cubana, el 1ro. de enero de 1959, hecho que trascendió al país, para insertarse en la historia de nuestro continente y más allá, como uno de los acontecimientos más relevantes del siglo XX americano.
Así resumió Fidel la historia de esta ciudad, la historia “Del Santiago heroico, desde la época del 68, del Santiago revolucionario, del Santiago siempre rebelde, del Santiago que fue cuna de estirpes como la de los Maceo. Del Santiago en cuya tierra descansan los restos de Martí, del Santiago del 26 de julio, del 30 de noviembre, del 1ro. de enero”.
Ante los embates y la destrucción del huracán, en Santiago de Cuba no hay lugar para los lamentos, porque éstos han cedido su lugar al trabajo. Puede decirse que el trabajo les arrebató ese lugar.
No podía ser de otra manera en una ciudad donde las mujeres, durante el entierro de sus hijos o esposos asesinados por la tiranía batistiana, no lloraban, porque sus gargantas estaban ocupadas por los gritos de ¡Viva la Revolución!, ¡Viva Fidel! ¡Abajo la dictadura! a la par que sus pupilas no se mojaban con las lágrimas, aunque no supieran que ese dolor era un presagio de alborada.
Hoy, a los santiagueros nos conmueve el ejemplo de los muchos hermanos que desde varias provincias están curando los daños del huracán. Unos arrebatando terreno a la oscuridad, otros devolviendo vitalidad a las líneas telefónicas; muchos, retirando escombros, restableciendo vías, higienizando, reconstruyendo, devolviendo a la ciudad lo que le arrebató Sandy.
Muchos mensajes solidarios no han llegado y llegan desde distintas provincias y otros lugares del mundo. El dolor de los santiagueros, ha sido dolor de todos los cubanos. Y ese sentimiento multiplica nuestro deber de consagrarnos a la rehabilitación.
Santiago de Cuba sabrá levantarse y sanar las heridas dejadas por el huracán. Porque Santiago, al decir de Raúl, ¡Sigue siendo Santiago!
Y porque ante esta u otras situaciones difíciles, los santiagueros no defraudaremos nunca a nuestro Comandante en Jefe, quien al entregar a esta ciudad el Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba y la Orden Antonio Maceo, nos pidió:
¡Que siempre sean ejemplo de todos los cubanos tu heroísmo, tu patriotismo y tu espíritu revolucionario! ¡Que siempre sea la consigna heroica de nuestro pueblo lo que aquí aprendimos: Patria o Muerte! ¡Que siempre nos espere lo que aquí conocimos aquel glorioso Primero de Enero: la victoria!
¡Gracias, Santiago!
Para los hijos de esta ciudad heroica, esa es la única opción posible del Santiago de Fidel, de Raúl y de toda Cuba: ¡La victoria!
sábado, 13 de octubre de 2012
Premio Nobel, ¿de cuál paz?
Confieso que mi primera reacción ante la noticia fue la duda sobre lo que había leído. Mi vista repasó de nuevo el texto y no había equivocación alguna. Mi duda se transformó entonces en asombro. El Premio Nobel de la Paz 2012, fue conferido a la Unión Europea por su mérito –así lo anunció el Comité Nobel noruego, de” haber extirpado las guerras en un continente que salió desgarrado de la segunda conflagración mundial”.
Elogia el referido Comité, los méritos de la Unión Europea en cuestiones de la paz, la reconciliación, la democracia y los derechos humanos. Es, sencillamente, una interpretación alejada totalmente no solo de la realidad, sino, sobre todo, del noble espíritu que dio vida a esta distinción.
Algunas interrogantes son imprescindibles. ¿Puede merecer ese alto premio quien se ha sumado al crimen de las guerras contra otros pueblos, como es el caso de Iraq y Afganistán? ¿Puede mostrarlo con honor quien es cómplice abierto de la sucia guerra contra Libia y contra Siria? ¿Merece ese honor quien se ha confabulado con los Estados Unidos para tratar de derrotar al gobierno de Irán, poniendo al mundo al borde de un holocausto nuclear?
¿Es, acaso, ese otorgamiento, un estímulo para frenar los peligrosos signos de desintegración que le quitan el sueño a algunos en esa comunidad de naciones?
Eso es fuera de su territorio. Pero valdrían otras interrogantes. ¿A cuáles derechos humanos se refiere el aval del otorgamiento? Porque la realidad de hoy es la existencia de millones de seres humanos que viven sin derechos, víctimas del desempleo, del costo de la vida, reducidas sus posibilidades de acceso a la educación, a la salud, amenazados por la pérdida de sus viviendas, reprimidos y apaleados por reclamar sus derechos.
Entre el conjunto de 27 países condecorados, los hay donde los jóvenes sufren desempleos que alcanzan hasta un 50 %, otros donde la falta de empleo es sufrida por más del 20 % de la fuerza laboral, al tiempo que las políticas de austeridad para los pobres sostienen el crecimiento de la opulencia de los ricos.
La crisis económica que actualmente sacude a esa región, está generando una profundización de las desigualdades económicas y sociales. Sobre las capas más vulnerables recae el peso principal, mientras que los gobiernos adoptan medidas pensando no en la solución de los problemas de sus pueblos, sino en salvaguardar los intereses de quienes los explotan.
El objetivo de esas políticas es salvar a los culpables de la crisis, al capital, a los poderosos. O lo que es lo mismo: salvar al capitalismo, con lo cual serían perpetuadas las desigualdades y crecería el abismo insalvable entre quienes lo poseen todo y quienes casi de todo carecen.
Este asombro por el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz 2012 a la Unión Europea, se suma a la afrenta de habérselo concedido anteriormente al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama. Por ese camino habrá que esperar nuevas sorpresas que seguramente avergonzarán a personalidades que de forma merecida lo tienen.
Así, ¿Premio Nobel de cuál paz? podríamos preguntarnos. Y no sería posible, ni honesta, otra respuesta: de la paz acribillada por las armas genocidas al servicio del imperialismo mundial, siempre en contra de los pueblos.
jueves, 11 de octubre de 2012
La Revolución solo está comprometida con el pueblo
Cuando triunfó la Revolución, muchos politiqueros, explotadores, magnates y todo tipo de personajes que habían hecho maridaje con la tiranía batistiana, pensaron que, como era tradición en Cuba, sólo se había producido en cambio de hombres en el gobierno. Y se aprestaban a buscarse un lugar desde donde continuar viviendo con sus privilegios, a costa del pueblo.
“Esta es tu casa, Fidel”. Tal plaquita se puso en la puerta principal de muchos palacetes donde, más que cubanos, vivían camaleones que pretendieron engañar al pueblo. Algunos hicieron donaciones de reses, de implementos agrícolas, o de dinero para la Reforma Agraria a la cual, llegado el momento, combatirían, en contubernio con el gobierno imperialista de los Estados Unidos.
Fueron los mismos que se sumaron a la estampida cuando vieron frustradas sus aspiraciones y llegaron a la conclusión de que esta era una revolución verdadera y no un “quítate tú para ponerme yo”, como lo habían pensado.
Comenzaron, desde entonces, a difundir la mentira de que Fidel Castro los había traicionado. Se sentían con el derecho de continuar expoliando al pueblo y, por lo tanto, engañados al no poder hacerlo. En realidad, no tuvieron nunca razón para pensar de esa forma. Porque Fidel, desde el mismo juicio del Moncada, el 16 de octubre de 1953, hablo con claridad y definió hacia dónde iría la Revolución una vez logrado el triunfo.
“Los demagogos y los políticos de profesión quieren obrar el milagro de estar bien en todo y con todos, engañando necesariamente a todos en todo” -expresó en esa ocasión, rodeado de soldados con bayonetas- añadiendo que “Los revolucionarios han de proclamar sus ideas valientemente, definir sus principios y expresar sus intenciones para que nadie se engañe, ni amigos ni enemigos”. Y así lo hizo.
“Cuando hablamos de pueblo, no entendemos por tal a los sectores acomodados y conservadores de la nación, a los que viene bien cualquier régimen de opresión, cualquier dictadura, cualquier despotismo, postrándose ante el amo de turno hasta romperse la frente contra el suelo. Entendemos por pueblo cuando hablamos de lucha, la gran masa irredenta, a la que todos ofrecen y a la que todos engañan y traicionan, la que anhela una patria mejor y más digna y más justa; la que está movida por ansias ancestrales de justicia por haber padecido la injusticia y la burla generación tras generación, la que ansía grandes y sabias transformaciones en todos los órdenes y está dispuesta a dar para lograrlo, cuando crea en algo o en alguien, sobre todo cuando crea suficientemente n sí misma, hasta su última gota de sangre”
Y su definición de pueblo fue más puntual aún: “Nosotros llamamos pueblo, si de lucha se trata, a los seiscientos mil cubanos que están sin trabajo (…) a los quinientos mil obreros del campo, que habitan en bohíos miserables, que trabajan cuatro meses al año y pasan hambre el resto, compartiendo con sus hijos la miseria (…) a los cuatrocientos mil obreros industriales y braceros cuyos retiros, todos, están desfalcados, cuyas conquistas les están arrebatando, cuyas viviendas son las infernales habitaciones de las cuarterías, cuyos salarios pasan de las manos del patrón a las del garrotero, cuyo futuro es la rebaja y el despido, cuya vida es el trabajo perenne y cuyo descanso es la tumba”
En su concepto de pueblo, no fueron incluidos los explotadores, los magnates, los terratenientes, los políticos corruptos, los militares asesinos.
Incluyó Fidel a los cien mil agricultores pequeños que trabajaban la tierra sin ser suya; a los treinta mil maestros y profesores que tan mal se les trataba y pagaba; a los veinte mil pequeños comerciantes, abrumados de deudas, arruinados por la crisis; a los diez mil profesionales jóvenes médicos, ingenieros, abogados, veterinarios, pedagogos, dentistas, farmacéuticos, periodistas, pintores, escultores que al graduarse se enfrentaban a un callejón sin salida.
Y fue a ese pueblo a quien Fidel, preso y solitario, enfrentando al Tribunal que lo condenaría a 15 años de prisión, le hizo una promesa: si triunfaba la Revolución, no decirle “Te vamos a dar”, sino ¡Aquí tienes, lucha ahora con todas tus fuerzas para que sean tuyas la libertad y la felicidad! Y eso fue lo que hizo desde el 1ro. de enero de 1959.
Los seis graves problemas de la nación cubana, abordados por Fidel en su alegato de auto defensa conocido como La historia me absolverá: el problema de la tierra, el problema de la industrialización, el problema de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación, y el problema de la salud del pueblo, fueron parte decisiva del programa del Moncada, cumplido y sobre cumplido en los primeros años de la Revolución.
Cada ley revolucionaria, siempre a favor del pueblo, atrajo sobre sí el odio imperial y contrarrevolucionario. Así, se dedicaron a combatir a la Revolución con el fin de destruirla. Pero el pueblo, desde el inicio, se preparó para defender sus conquistas.
Las mentiras y el engaño han sido siempre armas predilectas de la contrarrevolución y los gobiernos de los Estados Unidos para combatirla. Y entre sus falsos argumentos, está el invento de que fueron traicionados.
Como está demostrado, la política revolucionaria trazada por Fidel estuvo bien clara antes del 1ro. de enero de 1959. Y víspera de la agresión mercenaria de Playa Girón, el Comandante en Jefe de la Revolución cubana ratificó sus concepciones sobre la lucha, al proclamar el carácter patriótico, democrático y socialista de la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes.
Los traidores, los explotadores, los latifundistas, los políticos corruptos, los ladrones, los asesinos, no cupieron nunca, como sucede hoy, en el concepto de pueblo. Siendo así, ¿de cuál traición hablan? ¿Haberle arrebatado a ellos el poder para entregarlo al pueblo, es alguna traición? Y ese pueblo verdadero no ha sido, ni será nunca, traicionado por la Revolución, porque él mismo es la Revolución.
Y hoy, al rememorar esos pasajes sobre los principio planteados por Fidel en La historia me absolverá, válido es recordar, sobre todo a quienes no pierden las esperanzas del regreso a un pasado capitalista de Cuba, lo proclamado por el jefe de la Revolución en aquel momento, convertido hoy en determinación de todo el pueblo. “Vivimos en un país libre que nos legaron nuestros padres y primero se hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie”
miércoles, 10 de octubre de 2012
Homenaje a Martí y Céspedes en sus tumbas
Una representación del pueblo santiaguero rindió homenaje, hace pocos minutos, al Héroe Nacional cubano, José Martí y al Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, en el cementerio de Santa Ifigenia, donde se atesoran los restos de ambos insignes patriotas. El tributo se realizó con motivo del aniversario 144 del inicio de la primera Guerra de Independencia contra el colonialismo español, cuando Céspedes, luego de liberar a sus esclavos, se lanzó a la manigua a una guerra que duró diez años, pero que no obtuvo del triunfo no por la fuerza de España, sino por las divisiones internas de los revolucionarios. Ofrendas florales en nombre del Comandante en Jefe Fidel Castro, de Raúl, de los Consejos de Estado y de Ministros y del pueblo de Cuba fueron colocadas junto a la urna que guarda los restos martianos, al tiempo que otra en nombre de todos los cubanos se depositó al lado del obelisco a Carlos Manuel. Autoridades políticas,del gobierno, oficiales de las Fuerzas Armadas y del Ministerio del Interior, junto a estudiantes y combatientes de la Revolución, estuvieron presentes en el homenaje.
martes, 9 de octubre de 2012
¡Libertad para los Cinco! Que la justicia se imponga a la injusticia
.Orlando Guevara Núñez
La permanencia en prisión de los cinco héroes cubanos presos en los Estados Unidos por ser antiterroristas, sigue siendo una mancha para el sistema judicial norteamericano. Cada día se abre ante el mundo la verdad de que Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René son inocentes, y que fueron detenidos, juzgados y sancionados en un proceso que viola las leyes internacionales, las de ese país y hasta la propia Constitución de un Estado que se auto erige campeón mundial de los derechos humanos y de la democracia.
Como no pudieron encontrar pruebas para enjuiciarlos por los delitos de cometer espionaje y cometer asesinato – este último cargo imputado a Gerardo- inventaron el de “conspiración” para cometerlos.
El caso de Gerardo, está plenamente probado, no incurrió en el delito de conspiración para cometer asesinato. La propia Fiscalía planteó no tener pruebas al respecto, al tiempo que se supo por el tribunal que fue la parte norteamericana la que informó al gobierno cubano sobre la decisión del vuelo de las avionetas que, al violar el espacio aéreo cubano con fines de subversión, fueron derribadas en territorio de nuestro país. Gerardo, como se probó, estuvo al margen de este acontecimiento.
En cuanto al delito de conspiración para cometer espionaje, los propios testigos declararon que en las casi 20 000 páginas ocupadas a los prisioneros, ni una sola contenía información sobre el gobierno de los Estados Unidos, ni nada que atentara contra la seguridad de ese país.
Ninguno de los Cinco obtuvo, ni trató de obtener, ese tipo de información, por lo que el calificativo de espía es totalmente falso y apegado más a la política que a la justicia.
Mucho más conocida por el propio gobierno de los Estados Unidos y los jueces que han intervenido en el proceso, es la verdad de que los patriotas cubanos, al ser detenidos, cumplían la misión de penetrar los grupos terroristas y contrarrevolucionarios que actúan con impunidad y apoyo en territorio norteamericano para realizar sabotajes en Cuba y atentar contra la vida de nuestros dirigentes.
Muchos de esos terroristas, siguen libres en los Estados Unidos, pese a ser confesos y alardear públicamente de sus crímenes. Eso demuestra la realidad de que en ese país, ser terrorista es una condición que se premia, mientras que ser antiterrorista es un grave delito que se castiga incluso por encima de la ley.
En el mundo, incluyendo los propios Estados Unidos, muchas organizaciones, grupos, comités de solidaridad y personalidades, levantan sus voces para protestar contra la injusticia y exigir la libertad inmediata de los cinco cubanos.
Todas las instancias judiciales, sin embargo, se han sumado a la injusticia. El presidente Obama, tiene, en ese caso, la potestad de otorgar la libertad a estos prisioneros, lavando así la mancha que hace más de 14 años empaña la moral y credibilidad de la justicia en ese país.
Obama heredó esa infamia, pero en lugar de rectificarla, incluso por su condición de abogado, la ha asumido y apadrinado.
Los cubanos continuaremos la lucha hasta que los CINCO estén de regreso a la Patria, junto a su familia y su pueblo. Hasta que la injusticia ceda su lugar a la justicia, y la verdad se imponga a la mentira.
lunes, 8 de octubre de 2012
El Che: Sigue transitando hacia la historia americana
Orlando Guevara Núñez
La figura de Ernesto Guevara de la Serna, el Che, es hoy, a 45 años de su desaparición física, más inmensa. Sus enemigos quisieron matarlo, reducirlo al silencio, y lo que lograron fue convertirlo en símbolo y en himno de combate de millones de personas en el mundo.
Los cubanos vivimos orgullosos de haber tenido al Che junto a nosotros durante la lucha libertaria en la Sierra Maestra, donde se fraguaron sus dotes de valiente guerrillero, de jefe militar, y se desarrollaron sus cualidades de revolucionario.
Junto a Raúl Castro, fue de los dos primeros en la lista de futuros expedicionarios del Granma, donde vino como Teniente Jefe de Sanidad. Y a los tres días del desembarco, en Alegría de Pío, su sangre se fundió para siempre con la tierra cubana. Luego de la dispersión tras ese bautizo de fuego, estuvo en el grupo que se reagrupó con Fidel para continuar la lucha armada por la liberación de la nación cubana.
Aún siendo el médico del grupo , se destacó como combatiente en La Plata y en El Uvero, escenarios de la primera victoria militar rebelde y el ascenso – en su propio decir- a la mayoría de edad de la guerrilla. No hubo que pedírselo, pues él mismo se ofreció para ocupar un riesgoso puesto de combate. Terminado el épico encuentro de El Uvero, ejerció su profesión de médico, curando no solo a sus compañeros heridos, sino también a los enemigos. Luego, durante el tiempo necesario, permaneció junto a los heridos rebeldes.
“Che era un insuperable soldado; Che era un insuperable jefe; Che era, desde el punto de vista militar, un hombre extraordinariamente capaz, extraordinariamente valeroso, extraordinariamente agresivo. Si como guerrillero tenía un talón de Aquiles, ese talón de Aquiles era su excesiva agresividad, era su absoluto desprecio al peligro”. Así lo describió el Comandante en Jefe Fidel Castro.
Esas cualidades determinaron que fuera el Che el primer guerrillero ascendido por Fidel al grado de Comandante del Ejército Rebelde y designado jefe de la Columna 4, primera surgida de la Columna madre, desarrollando importantes y victoriosos combates que fortalecieron las posiciones de la guerrilla.
De esa función sería relevado el Che para ser designado al frente del Campamento de Reclutas de Minas del Frío y preservarlo para misiones más importantes. Hasta que, llegado el momento, fue nombrado jefe de la Columna 8 “Ciro Redondo” que, junto al Comandante Camilo Cienfuegos al frente de la Columna 2 “Antonio Maceo”, realizaría la proeza de la invasión, a la que se sumó el ataque y liberación de la ciudad de Santa Clara, venciendo fuerzas superiores en hombres y en armas
“No es fácil conjugar en una persona todas las virtudes que se conjugaban en él. No es fácil que una persona de manera espontánea sea capaz de desarrollar una personalidad como la suya. Diría que es de esos tipos de hombres difíciles de igualar y prácticamente imposibles de superar. Pero diremos también que hombres como él son capaces, con su ejemplo, de ayudar a que surjan hombres como él”. Esta aseveración de Fidel, retrata en toda su dimensión al Che, de quien dijo también el máximo jefe de la Revolución:
“Porque Che reunía, en su extraordinaria personalidad, virtudes que rara vez aparecen juntas. El descolló como hombre de acción insuperable, pero Che no solo era un hombre de acción insuperable: Che era un hombre de pensamiento profundo, de inteligencia visionaria, un hombre de profunda cultura. Es decir que reunía en su persona al hombre de ideas y al hombre de acción”.
Al Che lo recordamos los cubanos como un incansable trabajador que dedicaba su tiempo extra laboral al trabajo voluntario, que no concebía el ocio, ni desperdiciaba un minuto sin dedicarlo a algo útil. Y junto a esto, la superación, el aprendizaje constante, como un quehacer habitual, natural, necesario a su propia existencia. Así lo demostró en sus múltiples responsabilidades, como las de Presidente del Banco Nacional, director de la Junta de Planificación, Ministro de Industrias, como Comandante de regiones militares y jefe de delegaciones de tipo político, económico, o fraternal en las cuales representó con dignidad a Cuba.
Del Che recordamos sus valiosos relatos sobre hechos relevantes de la lucha, recogidos luego en su libro “Pasajes de la guerra revolucionaria”. Sus escritos sobre economía, sobre el papel de las universidades, sobre la lucha necesaria contra el imperialismo. Perduran sus análisis profundos sobre el papel del hombre en el socialismo, sobre los mecanismos de estimulación para convertir en conciencia el deber del trabajo. Y también sobre la lucha ideológica entre el socialismo naciente y el capitalismo en decadencia.
En el Che pensamos los cubanos cuando la Patria nos convocó al cumplimiento de riesgosas misiones internacionalistas, sin otro incentivo que arriesgar la vida en aras de preservar la de millones de seres humanos agredidos, explotados y oprimidos por el imperialismo internacional. Ese internacionalismo, del cual fue él su mejor exponente, sigue siendo parte de la conciencia de nuestro pueblo.
En Cuba, cada mañana, en las escuelas y otras actividades patrióticas, un infinito coro de voces infantiles repite la consigna de Pioneros, por el comunismo ¡Seremos como el Che! No faltan quienes afirmen la imposibilidad de que alguien sea como el Che. Pienso que desde el punto de vista de todas las cualidades y de todos los méritos acumulados en la figura de tan extraordinario hombre, determinados por su actitud en los momentos que le tocó vivir, el Che es, sencillamente, irrepetible. Pero de lo que se trata no es de copiar una figura, sino de asimilar virtudes.
Se puede ser valiente, trabajador, internacionalista, profesar los más puros sentimientos de amor, sentir y practicar la solidaridad humana, estar dispuesto a ofrendar la sangre y la vida por cualquier causa justa en cualquier parte del mundo, odiar al imperialismo y luchar contra éste donde sea necesario. Y se puede ser abanderado de la verdad, de la honestidad y la confianza en la Revolución y en el ser humano. Como lo fue el Che.
Fidel resumiría así el legado del Che a nuestro pueblo: “Nos dejó su pensamiento revolucionario, nos dejó sus virtudes revolucionarias, nos dejó su carácter, su voluntad, su tenacidad, su espíritu de trabajo. En una palabra, ¡nos dejó su ejemplo! ¡Y el ejemplo del Che debe ser un modelo para nuestro pueblo, el ejemplo del Che debe ser el modelo ideal para nuestro pueblo!
Hoy, las ideas del Che florecen no solo en Cuba. Se multiplican en otros pueblos de nuestra América donde son enarboladas como símbolo de independencia y soberanía, proclamadas por millones de seres humanos y por dirigentes que decidieron unir su vida al destino libre y digno de sus pueblos, frente a un mismo enemigo: imperialismo norteamericano.
En su poema titulado Canto a Fidel, antes de partir en la expedición del Granma, el Che escribió:
Y si en nuestro camino se interpone el hierro /pedimos un sudario de cubanas lágrimas
para que se cubran los guerrilleros huesos/ en el tránsito a la historia americana.
Nada más. Ese tránsito, a esa historia, continúa con rumbo firme.
La imagen del Che está diseminada en muchos países del mundo, acompañando demandas de libertad y de justicia. Recorre calles y avenidas, alimenta esperanzas de redención. Es filo cortante de grilletes esclavos y heraldo de tiempos de revolución por venir, pero que se engendran en la lucha de masas irredentas, ansiosas de un mundo mejor que ahora reconocen posible.
Los restos venerados del Che y de sus compañeros caídos en Bolivia, no puede decirse que reposan en Cuba; valdría mejor decir que son eternos centinelas de nuestra obra, prestos siempre, como cantó el poeta Bonifacio Byrne, a alzar sus brazos para defender nuestra bandera. El destacamento de refuerzo, los llamó justamente Fidel.
Por eso ahora, a 45 años de la caída del Che y sus aguerridos combatientes internacionalistas, vale dedicarles lo que ellos más quisieron y fue la razón de su vida: la obra revolucionaria que construimos, fortalecemos y defendemos. Y la confianza de que seguiremos juntos, fieles al grito que, más que despedida, es expresión de encuentro y de abrazo eternos:
¡Hasta la victoria siempre!
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